Esta semana celebramos el día mundial del voluntario, creado por la ONU en 1985, con el objeto de, según lo atestigua específicamente dicho organismo; “Reconocer y promover la contribución significativa de los voluntarios a nivel global, alentando a los gobiernos a adoptar medidas para aumentar la conciencia sobre la importancia del voluntariado y estimulando a más personas a ofrecer sus servicios tanto dentro como fuera de sus países”.
Lo anterior, nos lleva a pensar, entre otras, a la lucha contra la pobreza, el hambre, la degradación medioambiental, la discriminación de género y la enfermedad, lucha llevada a cabo por diversas y prestigiosas organizaciones, como “Médicos sin Fronteras”, solo por citar un ejemplo.
Pero no hay que ir tan lejos para aquilatar el valor del voluntariado, ya que dentro de nuestro país tenemos una enorme cantidad de ejemplos.
Las damas que apoyan las labores hospitalarias son uno de ellos, identificadas con los más diversos colores, las que efectúan una labor encomiable apoyando anímicamente a los enfermos, junto con entregarles elementos materiales a los más necesitados, los que muchas veces son abandonados por las familias en los hospitales.
Se unen a ellas las y los integrantes de la Cruz Roja, presentes cada vez que son necesitadas.
La Defensa Civil de Chile, visible en las más variadas oportunidades, como en la mitigación de los efectos de los desastres naturales, es otra.
Los Bomberos Voluntarios de las cientos de compañías, son por sí mismos una centenaria organización, que desde Arica al extremo sur y desde cordillera a mar, dicen siempre presente, con un nivel de profesionalismo que no opaca el hecho de ser voluntarios sin sueldo alguno.
Hay un ejemplo claro, que año a año se repite como una epifanía, me refiero a la Teletón, donde miles y miles de voluntarios, junto a millones de donantes, hacen realidad el sueño de la unidad y del apoyo a quien necesita de ayuda.
Podría seguir mencionando una enorme cantidad de organizaciones voluntarias que en nuestro país desarrollan una labor encomiable, muchas veces anónima y casi en su totalidad desconocida, pero que pese a ello, están siempre presentes, dando no solo apoyo, sino que también satisfaciendo esa inmensa necesidad de brindarse al resto de los seres humanos.
Se me olvidada el voluntario independiente, que sin pertenecer a organización alguna, apoya desde sus posibilidades a los seres humanos de su entorno.
Solo me resta decir sin cansarme, muchísimas gracias a tan magníficos seres humanos.






