El Tipografo San Fernando
 

Editorial

Hechos, no palabras

Ya lo decía el ex Presidente Sebastián Piñera en aquella segunda noche de aquel estallido social que remeció las bases de nuestra institucionalidad cuando señaló “estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie, que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite".

A solo dos años de aquellos acontecimientos donde la violencia fue usada brutalmente contra los comerciantes y familias convenciéndolos de que saliendo a marchar pacíficamente, clamando por mejorar las necesidades básicas que durante más de treinta años habían generado más desigualdad, es que vemos que el sistema político de la democracia, forjado en principios de la separación de poderes y donde el pueblo escoge a sus representantes, parece un modelo que ya socavó, que no resiste más análisis.

Y ante el colapso del Estado de Derecho, garante en una democracia de otorgar seguridad a sus habitantes por parte de las instituciones, es que tras el premeditado asesinato de tres carabineros durante el 97 aniversario en la región de Bio Bío, cobra más fuerza preguntarse si estamos dispuestos a cambiar la forma de enfrentar a aquellos que escondidos en un movimiento nacionalista propio,  buscan independizarse dentro de un solo Estado, usando cualquier medio para ese fin.

Alegan autonomía, a costa de los mismos connacionales que viven junto a ellos, pero que por más de 10 años los han tenido atemorizados y a merced de los múltiples atentados, donde no solo les han arrebatado sus tierras e impedido la libre circulación custodiados por militares, sino que también los han quemado vivos.

Es el pueblo contra el pueblo, son los medios de comunicación contra las fake news y son las autoridades en contra de estos insurgentes terroristas, que organizados en la criminalidad colocan día a día en jaque la democracia, al atentar contra la institución que está mandatada constitucionalmente para brindar orden y seguridad.

Mediante la violencia irracional han asesinado civiles, carabineros y quemado iglesias, colegios, hospitales, monumentos y plantas de energía. Aquel golpe de Estado no tradicional del que se ha hablado respecto a la violencia de octubre de 2019, ya no es solo respecto a aquellos meses, hoy somos capaces de reconocer que sigue estando más vivo que nunca en un país que tras 50 años, ya no son las Fuerzas Armadas las que se enfrentaron al poder político, es el mismo pueblo contra el pueblo.

Hoy ya no vemos lejanos los acontecimientos que solo ocurrían en la Colombia tomada por las FARC o con el movimiento separatista español ETA. Estamos cada vez más cerca de padecer cómo la guerrilla armada desafía el orden institucional y los gobiernos se transforman en solo gobernantes de facto.

Quienes llegaron hace dos años a gobernar nuestro país no solo han querido destruir Carabineros y desarmarlo, sino que además amparaban la violencia como método de acción política. Son hechos, no palabras y por ello resulta urgente redimir el rol de los medios ante los más de dos años de estados de excepción que ha vivido la macrozona sur de nuestro país

Si no reformulamos el rol de los poderes del estado democrático, donde los medios cumplen la labor fundamental de informar y fiscalizar el trabajo de aquellos que las personas escogieron, será la ciudadanía la que juzgará y terminará defendiéndose insurrecta si se continúa con discursos grandilocuentes, llenos de frases vacías que hacen eco en una sociedad cansada y desconfiada del único sistema político que ha conocido: “la democracia”.

Ivonne Mangelsdorff Galeb

Editora General Tipógrafo San Fernando

Periodista y Abogada

 

 

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