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Por Abelardo Caroca , 23 de abril de 2025 | 11:30Maristas San Fernando: Injusticia en la Convivencia Escolar

Testimonios de familias afectadas revelan un trato cuestionable y graves secuelas emocionales en estudiantes acusados injustamente.
Una atmósfera de inquietud se cierne sobre el prestigioso Instituto Marista de San Fernando, luego de que recientes episodios de convivencia escolar salieran a la luz, generando honda preocupación entre padres, apoderados y la comunidad educativa en general. En un gesto de respeto hacia la privacidad de las jóvenes afectadas, todas ellas alumnas de 16 años, omitiremos sus identidades y la de sus familias.
Según testimonios recabados, las estudiantes, quienes han formado parte del establecimiento desde el año 2023, estarían atravesando momentos delicados derivados de complejas situaciones de convivencia. Una de estas historias, relatada por su madre, pone en tela de juicio la efectividad de los protocolos internos implementados para abordar este tipo de conflictos. La progenitora denuncia que su hija resultó ser la más perjudicada tras un incidente en el que otras dos alumnas también fueron señaladas.
La madre sostiene con firmeza que su hija fue objeto de una entrevista por parte de un equipo del colegio que, a su parecer, la habría inducido a asumir responsabilidades que no le correspondían. La estudiante, por su parte, niega rotundamente su participación en los hechos. A pesar de su defensa, la sanción impuesta habría sido la más severa contemplada: un cambio de curso, ejecutado sin notificación previa a sus padres.
Ante las secuelas emocionales que este proceso ha dejado en su hija, la familia ha buscado el apoyo de profesionales de la salud mental. Paralelamente, han interpuesto un Recurso de Protección ante la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Rancagua, el cual ha sido declarado admisible, abriendo así un nuevo capítulo en la búsqueda de justicia y reparación para la joven.
Otro caso que ha levantado la voz de los apoderados involucra a una madre que asegura que su hija fue falsamente acusada de bullying contra una compañera. La mujer descarta categóricamente esta imputación, argumentando que su hija es de naturaleza tímida e incapaz de realizar tales acciones. Con un profundo sentido de agravio, añade que su hija ha sido alumna del colegio desde prekínder y que, durante su educación básica, sufrió bullying por parte de algunas compañeras sin que el establecimiento implementara protocolos efectivos ni ofreciera una respuesta adecuada.
La apoderada afirma categóricamente que todo el proceso estuvo viciado desde su inicio, señalando que la alumna denunciante faltó a la verdad. La madre relata que se dirigió directamente al rector para mostrarle cómo el equipo a cargo del proceso había incumplido el protocolo interno del colegio, sin que ninguna instancia del establecimiento supervisara su correcta aplicación, tal como lo estipula el reglamento.

Con una profunda tristeza por el devenir del que fuera un referente educativo, esta apoderada lamenta la inconsistencia entre el lema de la "Familia Marista" y la realidad que percibe. A su juicio, la institución parece priorizar los resultados académicos por encima del bienestar integral de sus alumnos, dejando en el abandono a aquellos que presentan mayores desafíos. Como ejemplo de esta situación, menciona el caso de otra de sus hijas, quien, al no cumplir con las expectativas académicas, habría sido aislada y segregada, truncando su proceso educativo.
"Debes reconocer lo que hiciste": El trauma silenciado de alumnas castigadas sin pruebas
Entre las jóvenes afectadas por un polémico caso, destaca una deportista ejemplar, cuyo testimonio, relatado por su madre, revela un proceso tan cuestionable como doloroso. “La entrevistaron y la primera pregunta fue: "Debes reconocer lo que hiciste”, denuncia la progenitora, evidenciando una presunción de culpabilidad antes de cualquier indagación formal.
La incredulidad y la angustia se apoderaron de la familia cuando la psicóloga a cargo pareció dictar sentencia antes de escuchar a la alumna. "Mi hija sintió que ya la habían juzgado. El protocolo brilló por su ausencia, todo fue un cúmulo de falsedades", afirma la madre con indignación. La deportista, sin historial de sanciones, fue repentinamente apartada de la selección que con tanto esfuerzo lideraba, un golpe directo a su autoestima.
Las consecuencias emocionales fueron devastadoras. "De ahí en adelante, mi hija sufrió reiteradas crisis nerviosas. Tuvimos que recurrir a un equipo multidisciplinario de profesionales para ayudarla", relata la madre con visible aflicción. Ante la percibida injusticia, la familia acudió a la Superintendencia de Educación en busca de amparo. "Queríamos que se revisara el proceso por el cual mi hija fue acusada y castigada injustamente con la pena más severa: ser excluida de su pasión".
El año 2023 se convirtió en un oscuro capítulo en la vida de la joven. “Debíamos medicarla para que pudiera asistir al colegio. Su rendimiento académico se desplomó y fue injustamente catalogada como una 'niña mala”, lamenta la madre, enfatizando la incongruencia entre la acusación y la verdadera naturaleza de su hija: "Jamás podría hacer daño a nadie. Todo fue una infame mentira que afectó a muchos niños y niñas, pero lo más dañino fue la forma en que el colegio abordó este caso".
La intervención de la Superintendencia de Educación trajo un rayo de esperanza. "Nos dieron la razón e instruyeron el levantamiento inmediato del castigo. Mi hija pudo volver a jugar", explica la madre, aunque la cicatriz emocional persiste. "Sus heridas internas aún no sanan", concluye, dejando entrever la profunda huella que una acusación sin sustento puede dejar en la vida de una joven.
Vía correo electrónico y telefónicamente se trató de obtener una versión del establecimiento; sin embargo, tras más de 24 horas de espera, no se recibió respuesta.
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